Me despierto en las mañanas y veo lo mismo. Todas las mañanas son iguales desde hace el tiempo en que nací.
Me levanto, camino, voy hasta dónde sea que voy y todo vuelve a ser lo mismo.
Sólo hay dos alegrías en mi que haber.
Dos alegrías que me gustan.
Que me hacen prevalecer.
Y ya. Todas las mañanas son fiesta, pero ya tan.
Menos qué.
Ojalá lograra expresarme.
De algún modo.
De brazos cruzados miro la pantalla.
Mis dedos no pueden con el teclado en dos llamas de ardor con solomo.
Tengo hambre.
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