martes, 25 de enero de 2011

Intrínseco

Acostado volteo la cabeza hacia la derecha y entre abro los ojos. Mi boca está ligeramente abierta, una baba pende de un hilo. Un hilo furibundo y lleno de maldad, estrellada contra la fría almohada de centeno. Nunca aprendí a hablar mientras dormía, nunca aprendí a dormir mientras hablaba. Fría calentura entre mis cobijas.

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