martes, 16 de septiembre de 2008

Esporas

Antes, hace ya rato, aguantaba segundos, minutos, horas, días, semanas y muy despierto a dale que le pego al ron o a lo que fuera (exceptuando drogas porque nunca me gustaron) que a mi cerebro y a mi organismo le dieran dosis de mareo, felicidad, me importa un culo todo y perorata absurda de parte mía, de mis amigos o de cualquiera que por gracias del “destino” terminó bebiendo al lado mío y me invitó a birra o lo invité a ron o se pegó de pato al parche o lo que sea (con tal de que hubiera bebidas alcohólicas). Ahora, en menos de lo que una media de ron está por terminarse o abrirse o comprarse, me quedo dormido.

Y lo que sueño lo sueño sin saber que lo sueño. Cosa que si bien lo veo desde lejos, es hasta chido.

No hay comentarios: