martes, 4 de enero de 2011

Inseguro

Entrando por la puerta de estar había una gran señora con chaqueta de cuero que me dijo “bendito” y entonces salí corriendo no sin antes tirarle de los pelos. Mi corazón se detuvo por un momento, y lloré. Nunca conseguí dejar cualquier cosa sin que antes le pusiera algún reparo. Todo era tan bonito y brillante. Adiós. Cualquier cosa haría esa señora de pelo blanco y negro como las acordeones.

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